Es decir, al notar que sus empleados se tomaban mucho tiempo para beber café en horas de trabajo, los empresarios buscaban que la productividad en su empresa no se viese mermada por esta pausa de los trabajadores.
De ahí que la preparación del café fuese abreviada de la siguiente forma:
Molían muy finamente los granos del café y la mezcla se prensaba en una máquina con agua hirviente, aunque lo que hoy conocemos es un proceso a través del cual se hace fluir o gotear el agua hirviente en el café ya molido. Este proceso da como resultado un café rápido en su preparación y con un sabor ligero.
De tal forma, al principio no fue del todo acogido este procedimiento en la elaboración del café al considerarlo poco artesanal y con un sabor alejado de los estándares más gourmet. No fue sino hasta al cabo de los años en los cuales, dada la celeridad de los tiempos, cuando el café espresso fue bien acogido y aceptado tanto en su preparación como en su sabor pues hoy en día ya de cuenta con una mejor tecnología para su elaboración. Es así que esta variante en la elaboración del café comenzó para arraigarse en nuestro estilo de vida.