A lo largo del tiempo ha superado diversas adversidades lo que les ha llevado a lograr la Denominación de Origen más antigua de España en 1925 y la Denominación de Origen Calificada desde 1991.

Los primeros vestigios de vid en la península Ibérica son fruto de los fenicios, dicho dato tiene fundamento al ser ellos los grandes marinos y comerciantes fundando bases comerciales para el intercambio de mercancías donde la península formó parte importante. Desde la Edad Media, la ciudad era considerada una de las mayores productoras de vino, en ella se desarrollaron diversos centros monásticos que fueron referentes en la producción vitivinícola y que además aportaron y mejoraron las técnicas de cultivo.

Los vinos de La Rioja son caracterizados por la elegancia y sutileza de su sabor, aroma y cuerpo. Producen 250 millones de litros, un 85% de esta producción corresponde al vino tinto elaborado en su mayoría con la variedad Tempranillo y un 15% es vino blanco elaborado con la uva Viura. Tener la confluencia de dos tipos de climas tan diferentes entre sí; por un lado, el atlántico y por el otro el mediterráneo, proporcionan temperaturas suaves con altos rangos de precipitaciones anuales generan las condiciones idóneas para el desarrollo de la vid. Además, estos vinos tienen una aptitud única para su envejecimiento, una cualidad exclusiva de los grandes vinos, durante su proceso de crianza el papel de la madera de roble es importante y decisivo, esta madera favorece su evolución donde resalta sus virtudes y otorga características especiales aromáticas y de sabor.

Las más de 65,000 hectáreas que conforman La Rioja divididas entre sus pueblos y viñedos han desarrollado una personalidad propia haciendo que esta comunidad autónoma sea una tierra única.

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